Mi inclinación innata hacia el diseño, dibujo y labores manuales, dieron origen a una serie de elucubraciones que, como resultado final, propiciaron una idea que creo bonita, por la repercusión que la misma puede tener sobre "Personillas" muy lindas, lo que al final se plasmó en forma de cocina, naturalmente infantil.
Allá por las navidades del año 1981, mi hija Rocío pidió a los Reyes Magos una "cocinita", y claro está me puse manos a la obra junto con sus Majestades de Oriente para cumplir esa ilusión.
En aquel entonces cualquier niña podía aspirar, como máximo, a una diminuta representación de una cocina a escala realizada en plástico. Imaginaos la sorpresa de mi hija cuando la mañana de ese 6 de enero, apareció en el salón una replica similar a la que podéis observar en la fotografía de abajo. Creo poder decir que pocas niñas han sentido la enorme emoción que desprendían los ojos de mi hija aquel día, lo que colmó con creces tantas horas dedicadas después de una dura jornada de trabajo.
Años después realice una copia más modernizada, para la hija de una sobrina mía. Esta versión, a diferencia de la primera contaba con una simulación de vitrocerámica, como se puede observar.
En agosto de 2004, tras sufrir una mala racha laboral, volvió a mi la idea de retomar esta afición, realizando un Proyecto, con la finalidad de poder comercializarlo, junto con el prototipo que abajo se observa. Si bien esto no llegó a convertirse en un negocio lucrativo, durante ese verano me sentí motivado y renovado de ilusión, por lo que solo por eso mereció la pena.
A este proyecto le denomine "La Supercocina". Esta se componía de tres cuerpos bien diferenciados. El superior llevaba un armario de dos puertas, una alacena sin puertas y una reloj que funcionaba regularmente. El segundo cuerpo estaba dedicado al fogón y al fregadero que contaba con un grifo real alimentado por un depósito superior que almacenaba el agua. El tercer cuerpo lo constituían un armario inferior con dos puertas y un horno con luz interior. Asimismo la zona de cocinar y lavar iba iluminada en su parte superior por medio de un fluorescente.
Esta claro que tanto por sus dimensiones como por sus características se trataba de un juguete espectacular.
Es a día de hoy, que ya han pasado 31 años, y recuerdo perfectamente el estado de shock en el quedé, ni en el mejor de mis sueños hubiera imaginado semejante regalo. En aquel momento mi reacción, así como las interminables horas posteriores que pasaría jugando con ella, fue la mejor manera de agradecértelo. Ahora que soy mayor solo puedo decirte GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS me hiciste sentirme la niña más afortunada del mundo y a día de hoy la hija más afortunada por tenerte a ti de padre. Te quiero.
ResponderEliminarRocío.